martes, 27 de noviembre de 2012

Sorpresas en el camino


Historias que se acaban y heridas que cicatrizan con el paso del tiempo. Capítulos que se cierran por el olvido, que se quedan enterrados en el baúl de los recuerdos y que mejor no destapar de nuevo. Pero, a veces, un olor, una foto, una canción o un nombre parecen abrir de nuevo la caja de pandora emocional para repetir  las emociones más internas y contradictorias. Esas que se quedan grabadas en el alma, dejando constancia en nuestra piel. Las mismas que nos empeñamos en fingir que ya no sentimos. Las que te desgarran una amarga sonrisa al revivir felices tiempos pasados. No sabes si reír o llorar. Tan solo sabes que has de aceptar que no volverán. El curso de la vida sigue como un río hacia el mar. Esa imparable corriente de la que no te puedes zafar. No sabes si para bien o para mal. Lo que sabes seguro es que no puedes dejar de nadar si no te quieres ahogar. Esa eterna lucha entre actuar o abandonarse a la comodidad de dejarse llevar. Si te arriesgas puedes ganar, pero nadie te evita la posibilidad de perder. Lo más importante es que nunca desaparezcan las ganas de avanzar. De levantarse tras la caída. De no hurgar más en la herida que tanto te hace desesperar. Echar la vista al frente y no arredrarse por el lejano y desconocido horizonte que se extiende ante ti, ese incierto y misterioso camino que llaman futuro. De nuevo surge esa aterradora duda de qué puerto será el certero y el mejor en el que parar. No te obsesiones por la ilusión de ese oasis que parece nunca llegar. Mejor, presta atención a las firmes ciudades de tu alrededor y no te aventures a cruzar el desierto como un kamikaze. Disfruta de lo que cada transeúnte que te encuentres por el camino te ofrece. No busques un puerto al que amarrarte, donde establecer un hogar. Cuando sea el momento este será el que te atará. El que te salve de la continua caminata y te ofrezca un lugar donde reposar. No sabes si será para siempre o si algún día lo tendrás que abandonar para continuar. Lo que si es seguro es que un día echarás la vista atrás y te darás cuenta de que en muchos de esos sitios, consciente de ello o no, encontraste ese sentimiento que llaman felicidad.

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