sábado, 6 de abril de 2013

Capacidad de amar


Nunca se creyó una princesa. Tan solo una chica normal. No se veía digna de grandes galas ni creía que fuera a encontrar a un noble galán. Será porque había podido comprobar que no existía el príncipe de los cuentos, ni azul ni verde ni de ningún color. Pero ella no quería castillos, ni vestidos ni que la llevaran al baile real. Su único sueño era encontrar a un sapo que la amara de verdad. Pasar las horas perdidas a su lado y que la enseñara a volar. Lo único que pedía era alguien que le ayudara a pintar su mundo, que no tuviera excusas que le encantara abrazarla, besarla y en quien pudiera confiar. Que le sacara una sonrisa cuando llorara y con el que cada minuto que pasara fuera especial. Ese hombre al que con ella le bastara y que sin ella no pudiera estar.  Con el que el tiempo se detuviera a su lado. Ese hombre al que poder amar. El que le dijera te quiero y se lo demostrara sin dudar.
Nunca creyó en cuentos. Solamente en eso que pasaba en la realidad. Pero, su realidad estaba llena de decepciones, de engaños, de historias inacabadas que la hacían desesperar. Cada vez que la historia se repetía y que todo terminaba incluso antes de empezar, lo único que rogaba era que, por mucho que le destrozaran el corazón, nunca perdiera su capacidad de amar.