Llena dos copas de vino y ven
conmigo a bailar. Hasta que nos duelan los pies, hasta que se acabe la música
del aire, hasta que no podamos más.
Enciende dos velas que nos guíen
por la oscuridad, agarra mi mano y llévame a donde nadie nos pueda encontrar. A
nuestro mundo particular.
Deja que la luna nos encuentre y
refleje nuestras sombras jugando en la pared. Con los ojos cerrados, enséñame a
volar sin movernos, hasta las estrellas. Y no me dejes caer.
En silencio compartamos nuestros
secretos más profundos a través de cómplices miradas que nadie más sería capaz
de entender. En un lenguaje secreto que nadie pueda descifrar, susúrrame un
para siempre que nada pueda romper.
Recorramos el mapamundi del otro
sin más equipaje que sinceros sentimientos viajando por la piel.
No compongas versos, no malgastes
el aliento en palabras. Mejor lléname de besos y asegúrame con la mirada que todo irá bien.
Abandonemos la razón y dejemos
paso a la magia que perfila los sueños y brota del corazón. Olvidémonos un rato
del reloj y sellemos cada segundo para hacer que este dulce momento pase a la
eternidad.
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