Un simple momento puede cambiar tu forma de ver la vida.
Basta con unas palabras, un acto, una discusión… cualquier cosa puede ser la
gota que colma el vaso, haciendo que se desborde. Es entonces cuando te das
cuenta de que todo ha cambiado y nada volverá a ser igual. Que el mundo que
conocías se ha desmoronado por completo. No querías ver que te aferrabas a algo
que ya no se podía sustentar. Pero eso no tiene por que ser malo. La vida es
reinventarse cada día, aprender de los errores y ver de repente como has ido
creciendo sin notarlo. No anclarse en lo conocido ni temer a los cambios por miedo a lo nuevo. Tu mundo sigue ahí. Lo único que ha cambiado
es tu forma de ver las cosas. Nadie te asegura que
no cometas nuevos errores que te hagan aprender con dolor, que todo vaya a ir a
mejor. Pero ese es el cambio necesario para salir de la rutina, de ese agujero
negro en el que te estas ahogando a un ritmo vertiginoso y te oprime. Hay que
correr riesgos para ganar porque si no estás ya perdido. La vida no se amolda a
tus gustos y deseos, sino que eres tu quien
ha de buscar el equilibrio. Es la manera de estar a gusto con uno mismo, de permitirse
encontrar la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario