lunes, 17 de agosto de 2015

Hogar, dulce hogar

Tenemos la manía de decir eso de "hogar, dulce hogar" cuando ponemos un pie en casa tras estar mucho tiempo fuera o donde podemos descansar tras un día agotador. Pero, hogar, me parece demasiado para denominar cuatro paredes y un techo en el que resguardarse. Yo prefiero llamarlo vivienda o casa. Un habitáculo, un lugar físico con muebles donde realizas funciones orgánicas vitales: comer, dormir, etc.
Pero, la idea de hogar, se ajusta más a las personas. Una casa puede resguardarte de los fenómenos meteorológicos y darte cobijo. Pero cuatro paredes frías, desnudas o cubiertas, no te darán el calor del hogar.
Me gusta más llamar hogar a unos abrazos cálidos que te resguardan del frío de la vida o que te esperan con alegría tras una larga ausencia.
Casa es donde puedes poner música, la radio, donde puedes ver la televisión o conectar un ordenador. Pero hogar, son unos oídos dispuestos a escuchar, todos y cada uno de tus problemas, o cómo cantas tu canción favorita. Unos ojos que ven en ti lo que nadie es capaz de vislumbrar, esa conexión humana y especial.
En una casa damos alimento al cuerpo, un hogar nos alimenta el alma.
En una casa puedes tener intimidad. Pero en tu hogar puedes ser tú mismo.
Buscamos calor en una casa, encendiendo la calefacción. Pero el candor se encuentra en un hogar, en otra piel. No es lo mismo la llama de una chimenea que la llama del amor. 
En una casa pueden convivir mucha gente. Tu hogar estará en el interior de pocas personas.
Puedes vivir en muchas casas en muchos países, en un pueblo o en una ciudad. Y dejarlas atrás sin pestañear. Pero, los hogares, los puedes encontrar en varios lugares, yendo de acá para allá, y los contarás con los dedos de la mano. Pueden ir contigo durante años, o pasar por tu vida como un rayo. Lo que es seguro es que tener que abandonar alguno, dejar de sentirlo, es de las cosas más dolorosas que experimentarás. Aunque a veces no quede otra opción.
Estar en una casa es encontrarse de cuerpo presente en un lugar concreto. Vivir en un hogar no entiende de tiempo ni espacio, es continuo y nómada. Es un estado mental, que viaja a donde esa persona está.  
Una casa puedes reemplazarla, derruirla, construir una nueva, o comprar una mejor. Las hay de diferentes tamaños, tipos y colores. Las puedes reformar o residir en sitios más cómodos.
Sin embargo, un hogar es irremplazable. En muy pocos encajarás a la perfección y su huella es imborrable.
Hogar no es donde guardamos la ropa o tenemos el álbum de fotos. Es con quien desnudamos nuestros miedos, despertamos sentimientos y compartimos memorias.
Hogar no es donde residimos, sino, con quien nos sentimos vivos. No es la dirección del remitente. Es donde sentimos que está nuestro corazón presente.
Tener una casa es una necesidad. Tener personas a las que llamar hogar, es  una bendición.  



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