A veces
podemos llegar a complicarnos tanto que convirtamos lo más simple en lo más difícil.
Puede que el miedo ante la posibilidad de perder la felicidad que parece estar
a la vuelta de la esquina haga que esta nunca llegue. Y que la razón entorpezca
al corazón, matando los sentimientos con las dudas. En ocasiones somos unos
ciegos tan tontos que no nos damos cuenta que lo que hacemos para evitar el
dolor es lo que, paradójicamente nos haga más daño. Pero, lo mas triste es que
nos neguemos nosotros mismos ser felices por miedo a esa felicidad
desconocida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario